Cuando hablamos de malos hábitos para nuestra salud oral solemos hacer referencia, de forma casi exclusiva, a la higiene y cuidado general de nuestra boca: no realizar un correcto cepillado o descuidarlo tras las comidas, olvidar el uso de la seda dental, no cambiar el cepillo con la frecuencia adecuada, etc.
Sin embargo, existen otros malos hábitos que pueden repercutir negativamente en nuestra salud oral pero que quizá nos cuesta identificar como un perjuicio. Son actos que solemos etiquetar como una “costumbre” o “manía”, pero que también pueden pasar factura a nuestra dentadura. Y son mucho más frecuentes de lo deseable.
No obstante, como sabemos que el primer paso para solucionar un problema es tomar conciencia de él, hemos elaborado una lista con todos esos malos hábitos que pueden perjudicar a tu salud oral. ¡Así podrás evitarlos o, al menos, intentarlo!
Cepillarse demasiado fuerte
Si sigues con frecuencia los contenidos de nuestro blog sabrás que informamos frecuentemente sobre la importancia del cepillado tras las comidas (o, como mínimo, dos veces al día) y en que la duración del mismo debe ser de unos 2 minutos.
Pero también debes tener presente que si te lavas los dientes con un cepillo de cerdas demasiado duras o con una fuerza excesiva puedes producir un efecto adverso, llegando a dañar tus dientes e irritar tus encías. Lo ideal es que el cepillado sea similar a un “masaje” en el que no olvidemos repasar bien la cara externa e interna de los dientes, así como la lengua.
Y si, pese a usar un cepillo correcto y no aplicar fuerza, detectamos sangrado de encías, lo mejor es acudir a que un profesional valore nuestro caso y nos proponga el tratamiento más adecuado.
Morderse las uñas
Muchas personas se muerden las uñas por ansiedad, nervios, aburrimiento… Es un hábito que suele aparecer en la infancia o adolescencia, y del que en numerosas ocasiones no se es consciente hasta que alguien lo hace notar o, incluso, nos causamos una herida. Pero, más allá del perjuicio obvio para nuestras manos, esta costumbre también puede dañar nuestra boca de varias maneras.
La más corriente suele ser la afectación del esmalte al intentar cortar las uñas, pero no es la más grave. El hábito de llevarnos las manos a la boca incrementa las probabilidades de contraer una infección (de hecho, las bacterias presentes en las uñas pueden provocarnos caries). Y, en los peores casos, mordernos las uñas somete a la mandíbula a una posición poco favorable que puede llegar a dañar gravemente la articulación.
Masticar cubitos de hielo
Nuestros dientes están diseñados para que podamos hablar correctamente y para masticar la comida y facilitar su digestión, no para romper cosas. Sin embargo, aunque no es muy habitual, la dureza del hielo puede ocasionar que sea una de nuestras piezas dentales la que se acabe rompiendo.
Masticar hielo, aunque sea de forma ocasional, también puede tener otros efectos negativos sobre nuestra salud oral como los daños en el esmalte, las lesiones en las encías, la pérdida de sensibilidad,…
Por ello, si has detectado que en momentos puntuales masticas hielo debido a situaciones que te provocan nervios o para mantener la sensación de frescor en la boca, prueba a sustituirlo por un chicle. Eso sí, ¡que sea sin azúcar!
Usar palillos para retirar restos de comida
Tras el almuerzo o la cena es habitual que nos queden restos de comida entre los dientes. Y no siempre podemos cepillarlos inmediatamente después, ni tenemos a mano seda dental o un irrigador bucal.
Sin embargo, utilizar un palillo para retirar estos restos no es una buena solución, ya que es fácil que nos hagamos daño en las encías. En estos casos, lo mejor es que optemos por beber agua, que nos ayuda a limpiar los dientes de forma natural, y por masticar chicle, que nos ayuda a incrementar la salivación. Y, por supuesto, deberemos lavarnos los dientes en cuanto tengamos ocasión.
Picar entre horas
Quien más, quien menos, es bastante habitual picotear a lo largo del día. Quizá unas galletas a media mañana, unos frutos secos antes de la comida, o algunas patatas mientras vemos una serie… Pero, más allá de que algunos de estos alimentos puedan considerarse sanos o no, lo que es seguro es que nuestros dientes sufren con el picoteo.
Al comer, las bacterias de nuestra boca fermentan los azúcares de los alimentos y los transforman en ácidos que pueden provocar una desmineralización de los dientes y, con el tiempo, caries. Por eso es importante que tras las comidas nos lavemos correctamente los dientes y demos tiempo a que se “recuperen” e inicien el proceso de remineralización.
Además, también debemos considerar que es habitual picotear entre horas alimentos especialmente peligrosos para nuestra salud bucodental, como pueden ser las patatas fritas o la bollería, ya que contienen una gran cantidad de azúcares y se adhieren más a los dientes. Así que, si tienes hambre entre comidas, lo mejor es que optes por alimentos más saludables como frutas o verduras crudas.
Emplear los dientes a modo de herramientas
Esto no es algo que se suela hacer a diario, pero sí que es relativamente habitual que, ante determinadas dificultades (tener las manos ocupadas, no poder abrir un envoltorio con los dedos,…) recurramos a nuestros dientes. Y puede tener consecuencias mucho más graves de lo que pensamos.
Al igual que sucede cuando masticamos hielo, si utilizamos nuestra dentadura a modo de tijeras o sacacorchos corremos el riesgo de rompernos alguna pieza dental o causarnos una herida bucal grave. Incluso podríamos llegar a hacernos daño en la mandíbula o a tragar algo por accidente, pudiendo causar, incluso, la obstrucción de las vías respiratorias. Mejor perder un minuto en buscar las herramientas adecuadas, ¿no te parece?
Mordisquear el bolígrafo
Los bolígrafos, los lápices y las patillas de las gafas pueden convertirse en ocasiones en los sustitutos de las uñas a la hora de aplacar nuestros nervios. Y sus consecuencias son similares.
Para empezar, no debemos llevarnos a la boca objetos que no estén limpios, ya que estamos introduciendo gérmenes en la misma. Y, además, al mordisquear un lápiz o las patillas de nuestras gafas sometemos a la nuestros dientes a una fuerte presión contra un objeto duro, lo que puede causar su desgaste, e incluso su desplazamiento o rotura.
Fumar
Es probable que sepas que el tabaco es uno de los principales enemigos de tu salud en general, ¿pero sabes cómo perjudica a tu salud bucodental?
Dejando de lado la preocupación estética, ya que la nicotina presente en el tabaco amarillea los dientes, el tabaquismo favorece el desarrollo de enfermedades muy graves para nuestra boca, como el cáncer en una o varias de las partes de la cavidad bucal: labios, encías, lengua, mejillas, paladar o base de la boca.
Además, al igual que sucede con la piel, fumar no permite la correcta oxigenación de los tejidos bucales, lo que provoca un envejecimiento prematuro de la zona que produce mal aliento y la caída de las piezas dentales.
Y, dado que el tabaco es un vasoconstrictor, también tiene un efecto muy peligroso en nuestras encías: puede enmascarar una gingivitis, ya que contribuye a que las encías se vean más pálidas y menos inflamadas de lo que en realidad están, por lo que su diagnóstico se suele retrasar hasta que provoca daños más severos, como una periodontitis.
Abusar del alcohol
Por último, al igual que sucede con el tabaquismo, no existe un contexto en el que el abuso del alcohol sea positivo para nuestra salud, pero sí tenemos múltiples motivos por los que recomendarte que no lo consumas.
Para empezar, el alcohol contiene un alto nivel de azúcares, que como ya sabes está altamente asociada a la aparición de caries. Además, las bebidas alcohólicas producen deshidratación, lo que minimiza la producción de saliva y, por tanto, propicia la mayor presencia de bacterias y la aparición de enfermedades como la gingivitis o la periodontitis.
Además, el consumo frecuente de alcohol también está relacionado con la sensibilidad dental, ya que provoca la pérdida de esmalte y la erosión de las piezas dentales.
Como ves, aunque la mayoría de los hábitos de esta lista pueden parecer “inocentes” o no se relacionan de forma directa con una mala salud bucal, lo cierto es que todos ellos la perjudican gravemente.
Ahora que los conoces, ¿evitarás caer en ellos?